Tuesday, March 29, 2011

Maya

Los monstruos son reales, y los fantasmas también, viven dentro de nosotros y algunas veces, ellos ganan.

Maya era preciosa. Piel canela, ojos verdes y una mata espesa de cabello rizado cuyo color original no recuerdo. Era hermosa, con sus labios carnosos, nariz cincelada y cintura perfecta, piernas largas y esbeltas, pies pequeños y delicados. De cutis perfecto, palabras adecuadas y vestimenta a la última, era natural que Carlos estuviera a sus pies.

Maya era la estudiante modelo, un A en todos los exámenes, notas con estrellas por parte de los profesores, su mano era la que se alzaba primero, era la que respondía de forma más completa a las preguntas de los profesores. Era jóven, bonita y bastante inteligente, le gustaba ayudar a la gente y tenía muy buena sazón, tocaba la guitarra, la flauta y el piano, su voz estaba llena de golondrinas y alondras.

Maya era todo lo que yo quería ser, ella daba todo por ser alguien más.

Yo, blanca, gorda y reseca. Comentarios mordaces a diestra y siniestra, ojos marrones que no tienen nada de especial, cabello chiflado, dientes chuecos. No era mi espalda la que describía una curva sutil al sentarme, no eran mis caderas las que se movían con gracia al caminar. Carlos no suspiraba por mí, no me devolvía el corazón que me había quitado, ni quería darme el de él.

Yo, fea, floja y renuente a aprender, dibujando en las esquinas de los cuadernos, queriéndome tatuar el mundo en el cuerpo y pugnando por adelgazar esas veinticinco libras que me faltaban. Yo, la de los pantalones talla especial, la que no podía utilizar shorts, la que odiaba los vestidos por hacerla ver más gruesa. La de los brazos feos, la papada sin igual, yo; la invisible para todo a excepción de las bromas.

Era un diez en la clase de los fracasos, era un diez en sentirme miserable, era un diez en tener plena conciencia de mí misma y de dejar que mis demonios salieran de bajo la cama y me halaran de los pies. Yo, era un diez en pensar que no había nada más que dar. Al menos para mí.

Maya murió siendo inalcanzable, queriendo ser normal. Yo existo queriendo ser ella, esté muerta o no. Carlos vive por Maya, por su fantasma y sus anhelos y me tortura a mí por no haber muerto, por ser invisible, por no ser ella

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