Sunday, November 20, 2011

Pensativa.

-Es evidente que mi rasgo principal es la hipocresía- lloro ante el espejo, con ojos empañados por la mentira, lágrimas sin sal, deterioro del rostro pero no del espíritu. Seco mis lágrimas con el dorso de la mano izquierda y tomo el delgado pañuelo de seda barata para sonar tranquilamente mi nariz constipada –Es bastante, bastante evidente- canturreo, remarcado la tercera palabra como si mi vida se fuera en ello -¿Quién sino yo, ha de tratar a sus enemigos con los más delicados gestos y a sus amigos con la inexorable desidia del que conoce lo que es seguro?- suspiro y coloco carmín en mis labios resecos, luego tomo del vaso casi vacío, y el color se desvanece en hilillos rojos que penden del vítreo material del recipiente. La obviedad de mi condición es una imprudencia, y como imprudente catalogo el positivismo con que parecen aceptarla mis amigos. Ni pizca de resignación, sólo una buena actitud.

Román me mira sin verme, me oye sin escucharme cuando trato de recitar mi deslumbrante monólogo para él. Podría decir que está viendo a través de mí, pero entonces añadiría “ingenua” a mi lista de defectos. Ve mi lencería, más allá del sencillo suéter que cubre mi torso; observa agudamente el detalle del encaje en el culotte bajo mis shorts y sigue la línea sinuosa de mis piernas, cubiertas por medias de algodón. Le sonrío apenada, halagada por su mirada fija e, irónicamente, distraída. Mis manos se entrelazan detrás de su cuello y mis piernas llenan el vacío entre las suyas. Lo beso y no siento nada, pero un sutil gemido escapa a la férrea contención de  mis labios. Él piensa que le amo, yo  beso su cuello. No me apena pensar que hace menos de un minuto le he contado algo de mí, ni que en este preciso instante esté descubriendo que no ha escuchado nada en absoluto. A decir, verdad, no me apena que Román no sea mi media naranja, ni que lo considere un buen follamigo y nada más, después de que quería hacerle mío sin pretensiones y con ataduras.

Suspiro.

Román se ha ido ya hace rato y me lavo en el bidé los restos de su amor comprado. Enciendo un cigarrillo y abro las ventanas para hacer correr el humo en dirección al aire viciado de la ciudad. No lo quiero en mi habitación. Me preocupa mi condición de hipócrita, no, mi condición de hipócrita declarada; y me digo a mí misma que me gustaba más cuando estaba dentro, en el placard, en la soledad inmunda de no decir cuánto aborrezco a los que reciben mis elogios y cuánto me importan aquellos a los que maltrato con mis letras aceradas. Sacudo de mi suéter una ceniza que titila débilmente y sonrío, en contra de mis aflicciones. Acabo de agregar otro ítem a mi lista de defectos:

“Pensativa”.


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Ha pasado tanto, tanto tiempo que ya no espero que estén acá para mí. No si yo no lo he estado para ustedes. Me he distraído, he viajado, estudiado y escrito en otros blogs -principalmente en inglés- dentro de la comunidad tumblr. Lo siento muchísimo. Espero que, si todavía me leen, este one-shot sea de su agrado y puedan quedarse para ver los que han de venir.


Oh, también es mi cumpleaños mañana.