Sunday, February 5, 2012

Mariposas aceradas.

Hay un punto en tus muñecas, ese punto donde cortas. Tus venas laten azules contra el marfil de tu piel, cuando tomas la hojilla y muerdes tu labio inferior porque sabes que dolerá. Hay un punto en tus muñecas, ese punto donde cortas, poblado de lunares de tinta y mariposas violadas por las líneas de una cicatriz indeleble. Tus tatuajes son de sangre, las hojillas tus amigas; una tenue acuarela y su acerado pincel, producto de la imaginación de una niña que miente, que no siente. Que no habla.

Hay un punto en tus muñecas, ese punto donde cortas. El dolor es placer y el miedo saciedad, eres agua y eres fuego, viento nieve y libertad. La bruma es espesa, tus lágrimas lo son; negro mate tus pupilas y un frágil, vítreo corazón. Te acurrucas en mi alma y la partes al volar, cuando ya no eres mía. Cuando no eres de nadie. Un receptáculo vacío que alguna vez contuvo a esa niña que mentía, que no sentía. Que no hablaba. La perfecta, que nunca fue suficiente. La admirada, que no reunió coraje para ser valiente.

Hay un punto en tus muñecas, ese punto donde cortas; un par de cintas rojas y una nota solitaria. Y las cintas son líquidas y las letras temblorosas.  Y tu madre llora, y tu padre grita y yo te miro, sentada y sola; hojilla en mano, cintilla roja y lloro y grito yo también porque nunca dije nada de las mariposas rotas, las alas quebrantadas por tus manitas tontas, la sonrisa chueca y el alma coja. Nunca dije nada de tus mentiras, de tus secretos, las alegrías falsas y los muros de concreto.

Ve y descansa en paz, vuela y vete lejos, a un mundo donde mariposas reinan libres en el mar de tus silencios, sin miedo a ser quebrantadas por el filo del acero.

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Desde el quince de diciembre sin pasarme por aquí, y había jurado volver cuanto antes. Lo siento muchísimo, si hay alguna de ustedes por allá, en la otra pantalla. Les quiero.

-Lu.