Thursday, December 27, 2012



Cuéntame un cuento cuando esté dormida. Toma esa vieja libreta que escondes bajo el colchón y olvídate de pretender que no sabes que pretendo no saber de ella. La he visto ahí, asomando debajo de los resortes como una costilla rota, pero nunca la he tocado, si eso es lo que te preocupa. Tómala y cuéntame un cuento ahora que estoy dormida, lame tu dedo al pasar las páginas y elige palabras que creas merezcan ser leídas en voz alta. Puedes susurrarlas si lo deseas.

Cuéntame un cuento cuando esté dormida; cuando no esté escuchando, cuando no esté consciente. Cuéntame un cuento que pueda soñar y luego olvidar. Recita las palabras que hacen balbucear a tu corazón y pintan tus mejillas del rojo más profundo; beberé inconscientemente la tinta que tu lengua derrama y construiré un fuerte alrededor de ésta cuando despierte, sin comprender enteramente qué es lo que estoy protegiendo.  Pon tus letras en mi cabeza y zúrcelas con mano ligera, para que no pueda olerlas, verlas, tocarlas, oírlas o saborearlas; pero deja un camino que me deje sentirlas. Téjelas en mis venas, imprímelas en mis huesos, enciende una vela cuando los que sueñan estén durmiendo y haz acopio de fuerzas para cuando se escuche tu voz.

Cuéntame una historia y no temas, pues no se olvida lo que no es aprendido.