Saturday, February 23, 2013

"Tenés que comenzar a vivir la vida, dejá de sufrirla"


Es un personaje en un libro, un amor tóxico, la interpretación literaria del mal humano y las relaciones nocivas; pero tiene razón. Ha de ser por eso, quizás, que me abracé las rodillas con los brazos y llevé las piernas hacia atrás, a donde un corazón latía desbocado. Alejandro le hablaba a Cielo, y en su personalidad de tinta y papel, sentí que me hablaba a mí también. 

Cosa extraña, ese efecto Tom Ryddle de sentir que alguien en el libro me habla. Más adelante, cuando mi vida tenga adaptación cinematográfica y banda sonora elegida por personas que no me conocieron ni a mí ni a mis gustos musicales por listas de reproducción, quizás copien esa partecita de la película de Harry Potter y me vea yo, transportándome a un recuerdo de Cielo y oyendo a Alejandro decir esas palabras. A mí, a ella, a las dos; da igual. 


Tenés que comenzar a vivir la vida, dejá de sufrirla. La adaptación cinematográfica del recuerdo de Cielo dentro de mi recuerdo de haber leído el libro sería por demás desacertada. Seguramente le harían hablar, pese a haberlo escrito, y lo harían frente a frente, aunque sucedió en una sala de chat. Tenés que comenzar a vivir la vida, dejá de sufrirla. Alejandro sería guapo, muy a pesar de su descripción literaria y su fugaz presencia en mis memorias, y seguramente sería yo guapa también. 

Luisa la guapa (está sufriéndola). 

Tenés que comenzar a vivir la vida, dejá de sufrirla.

¿Pero cómo? Las vidas vienen clasificadas: comedia, drama, horror, suspenso... ¿cómo dejar de sufrir una catalogada de drama? Siento a veces el olor del marcador permanente, como si estuviese alguien remarcando el género al que pertenece la mía. Canción triste (¿Qué les parece una de Yiruma, productores de audio? ¿Muy Twilight?). 

Tenés que comenzar a vivir la vida, dejá de sufrirla

A mí no me dicen Cielín, ni me recogen en la 9 de Julio e Independencia, ni lucho incansablemente por (y no contra) la anorexia.  No tengo trastorno de personalidad fronteriza, pero Alejandro me estaba hablando a mí. Casi siento el "Luisín"; el abrazo ausente, cibernético, frío, en código binario. 

Me hablaba anoche, cuando lloraba, y la anterior cuando... lo sentía justo detrás, o delante o a mi lado, diciéndome las palabras que le escribió a Cielo y llenándome de un entendimiento que se escapa como agua entre mis dedos. Tengo que comenzar a vivir la vida y dejar de sufrirla. Canción triunfal (¿Algo con la guitarra de Mumford and Sons?). 

Me pregunto desde que he encontrado la frase si hubiese tenido un menor impacto de ser menos cierta, o si me hubiese sentido igualmente identificada de haber sufrido un poquito menos y vivido un poquito más hasta el punto en que tomé el libro por vez primera. Tendré que ver mi memoria cinematográfica desde donde esté después de muerta, a saber qué opina el director y los productores.

Tal vez y le haga caso a Alejandro; en medio de su condición dual de dios y demonio, a veces sus palabras no parecen tan irracionales. Quizás deje de sufrirla tanto y comenzar a vivirla ¿Hay canciones ponderantes? En caso de haberlas, pueden insertar una aquí y desvanecer hacia el negro. 

Siguiente capítulo. 

Saturday, February 9, 2013

Contigo me siento viva, de una manera tan cruda y pura; sin adornos ni pretensiones. Me siento ebria de energía y optimismo, como si pisar tu suelo e inhalar tu aire me extrapolaran a un lugar donde no existe más que la vibración que hace la alegría en las cuerdas vocales al resonar la risa. Me siento viva, como la niña que corre al encuentro del pasto en el vestido nuevo de los domingos. Me siento más yo y un poco menos yo, la que habita en mis entrañas sin dejar de regodearse en la tristeza de hace unos meses.

Contigo me siento mujer y niña. Capaz de amar dulce, alegre, espontánea; con el corazón, como hacen todos los infantes en los brazos de su madre. Me siento capaz de contar tus pestañas y esconderme en tus brazos, inhalar tu perfume y dormirme en tus latidos, calientes en un pecho vestido. Contigo soy feliz, aunque no lo sepamos ni tú ni yo; tú por la serena ignorancia del inexperto y yo porque no eres lo único que así me hace. Pero sí lo primordial.