An-dre-a.
An-dre-a.
De la inflexión en tu nombre, seguro no estoy. Ha de ser porque te
descubrí inglesa y así como te recuerdo
aunque mil veces te hispanices.
An-dre-a. Se
me hacen confusas las sílabas que te dividen (en tres, en dos ¿y qué importa?)
entre rayas y puntos, en Morse y Braille; y te me antojas esdrújula, grave y
aguda, todo a la vez, en una mescolanza de recursos literarios que no revelan
la verdad de tu persona.
An-dre-a
¿Sabías que al colocar una “s” podrías ser chico? O quizás una multitud de
muchachitas como tú: altas, blancas, rozagantes; con ojos de Bambi y afición
por quedarse despiertas (¿Cuánto duermes, Andrea? ¿Con qué frecuencia sueñas?)
hasta que noche y día se funden en los límites, pintando un espectro borroso.
An-dre-a, An-dre-a, An-dre-a. Es
curiosa la forma en que mis dientes acarician la lengua al pronunciar la
segunda sílaba, casi como si estuvieran catando la palabra antes de hacerla
audible ¿es eso lo que hacen? Y si lo hiciesen, no pondría yo en duda su
decisión. Es tu nombre, con su peculiar escalerilla a tres partes, de una
armonía tan deliciosa que lo guardaría para mí si no fuese un pecado el
egoísmo.
An-dre-a. Me
pregunto si firmarás con él o si en lugar usarás algún garabato fácil de
memorizar. Quizás sea éste el caso ¾ si así fuere, he de decirte que me acongoja¾ y tropiece algún día con
una de tus obras, adornada con una floritura que sólo tus dedos son capaces de producir.
La sinuosidad, la elegancia y el diapasón de la palabra sepultados en
deferencia de galimatías incomprensibles. Casi me imagino a tu madre
preguntando, con su voz atiplada, dónde se entiende ahí siquiera la inicial de
tu apellido y tú, con tono afectado, le responderías que sólo al observador
experto le será obvia la ubicación.
An-dre-a. La
comunión entre tus letras y cada una de tus cuerdas será algún día mancillada
por un hombre ¾entrañable
caballero, espero¾ que
quiera unir su vida a la tuya en un intercambio unilateral. An-dre-a, no lo
hagas. Consérvate, consérvale. La adorable confusión, el pie seco y el mojado,
el punto de inflexión y el cambio en la dicción cuando al conocer a alguien,
insistas en el inglés que me confundió una vez. Consérvale, aférrate y piensa ¾ten la certeza¾, que las cosas cambiarán
cuando esa segunda sílaba se desenrolle diferente, apática, frente a un cambio
irreversible. Consérvate, consérvale, y aunque seas de él, sigue siendo mi
An-dre-a.
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¡Hey! Feliz casi navidad o algo. Espero que estén bien y que estén aprovechando su tiempo al máximo.
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