Friday, October 26, 2012


                An-dre-a.
               
                An-dre-a. De la inflexión en tu nombre, seguro no estoy. Ha de ser porque te descubrí  inglesa y así como te recuerdo aunque mil veces te hispanices.

An-dre-a. Se me hacen confusas las sílabas que te dividen (en tres, en dos ¿y qué importa?) entre rayas y puntos, en Morse y Braille; y te me antojas esdrújula, grave y aguda, todo a la vez, en una mescolanza de recursos literarios que no revelan la verdad de tu persona.

An-dre-a ¿Sabías que al colocar una “s” podrías ser chico? O quizás una multitud de muchachitas como tú: altas, blancas, rozagantes; con ojos de Bambi y afición por quedarse despiertas (¿Cuánto duermes, Andrea? ¿Con qué frecuencia sueñas?) hasta que noche y día se funden en los límites, pintando un espectro borroso.

An-dre-a, An-dre-a, An-dre-a. Es curiosa la forma en que mis dientes acarician la lengua al pronunciar la segunda sílaba, casi como si estuvieran catando la palabra antes de hacerla audible ¿es eso lo que hacen? Y si lo hiciesen, no pondría yo en duda su decisión. Es tu nombre, con su peculiar escalerilla a tres partes, de una armonía tan deliciosa que lo guardaría para mí si no fuese un pecado el egoísmo.

An-dre-a. Me pregunto si firmarás con él o si en lugar usarás algún garabato fácil de memorizar. Quizás sea éste el  caso ¾ si así fuere,  he de decirte que me acongoja¾ y tropiece algún día con una de tus obras, adornada con una floritura que sólo tus dedos son capaces de producir. La sinuosidad, la elegancia y el diapasón de la palabra sepultados en deferencia de galimatías incomprensibles. Casi me imagino a tu madre preguntando, con su voz atiplada, dónde se entiende ahí siquiera la inicial de tu apellido y tú, con tono afectado, le responderías que sólo al observador experto le será obvia la ubicación.

An-dre-a. La comunión entre tus letras y cada una de tus cuerdas será algún día mancillada por un hombre ¾entrañable caballero, espero¾ que quiera unir su vida a la tuya en un intercambio unilateral. An-dre-a, no lo hagas. Consérvate, consérvale. La adorable confusión, el pie seco y el mojado, el punto de inflexión y el cambio en la dicción cuando al conocer a alguien, insistas en el inglés que me confundió una vez. Consérvale, aférrate y piensa ¾ten la certeza¾, que las cosas cambiarán cuando esa segunda sílaba se desenrolle diferente, apática, frente a un cambio irreversible. Consérvate, consérvale, y aunque seas de él, sigue siendo mi An-dre-a.

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¡Hey! Feliz casi navidad o algo. Espero que estén bien y que estén aprovechando su tiempo al máximo.

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